Mi Kayliña ya está más que fenomenal de la esterilización, y este sábado vamos a quitarle los puntos.
A mi princesita la adoro: me encanta cuando me despierta saltando encima de mí; cuando me acuesto en el suelo boca abajo y corretea por mi espalda; cuando está metida debajo de la cama, me agacho para verla y viene corriendo a junto mía; cuando me levanto por las mañanas de la cama y noto su hocico pegado a mis tobillos; cuando tengo uno de sus aros de alfalfa en la boca y ella me lo coge y se lo come; cuando estoy en el pasillo, y se para a mi lado; cuando corretea cerca de mí, corre hacia adelante, vuelve a junto mía y vuelve a correr; cuando estoy limpiándole su jaula (que está siempre abierta), y viene pasar la inspección a lo que hago; cuando ve que tengo una bolsa de comida en las manos y no me da tiempo ni para que la abra porque parece que no comió en cinco días; cuando me mete todo su hocico en la cara; cuando me ve abriendo la alacena del pasillo y se echa una carrerita hasta llegar a mi lado; cuando se pone de pie sobre sus dos patas traseras y apoya en mí sus dos patas de delante; cuando la cojo en brazos, le doy mimitos y se queda tan ancha; cuando le voy a sacar una foto de cerca y mete todo el morrete en el objetivo de la cámara…
Ella es miedosa y me la he ganado poco a poco con paciencia y tiempo, por eso sabiendo como es, cada gesto de confianza de su parte es un regalo para mí
Es limpia, es preciosa, es mi niña!!!
Ahora solo espero que la socialización con Milú (que ha llegado hoy) vaya bien y sean los dos muy felices.