Txiro nació en una ganja de conejos para carne. Al principio fué afortunado, ya que al contrario que muchos de sus compañeros, su vida duró más de 6 meses, ya que fué utilizado como semental. En condiciones óptimas, hubiera sido un gran conejo de unos 4 kilos, pero la verdad es que a su dueño, no le importaba que viviera demasiado bien. Era suficiente con que no se muriera. Tan poco le importaba, que cuando enfermó, apenas se molestó en llevarlo al veterinario, porque esas cosas no son rentables. Le embadurnó las orejas de un spray rosa y al ver que no mejoraba, lo soltó en el campo ... ni siquiera le proporcionó una muerte digna.
Unos trabajadores de buen corazón, lo recogieron delante de las narices de su dueño, el cual no protestó. Estaban haciendole un favor.
Txiro tenia la cabeza totalmente ladeada, el ojo inflamado de tanto arrastrarlo por la jaula, y las orejas llenas de ácaros y suciedad. Estaba muy delgado. En una protectora les dieron el teléfono de Anac, y lo acercarón hasta el veterinario.
Teniamos la esperanza de poder salvarlo. De que la enfermedad no estuviera demasiado avanzada ... pero no ha sido posible. Tenia dañado el sistema nervioso, así que era inrecuperable. Nunca volvería a recuperar la movilidad de la cabeza, acabaría perdiendo el ojo y habría que quitarselo, y eso no es calidad de vida. El veterinario aseguró que llevaba meses sufiendo, así que su recomendación era clara: eutanasia para liberarle del sufrimiento
La historia de Txiro no es un caso aislado. Miles de conejos viven en condiciones similares en las granjas, y no reciben asistencia veterinaria cuando la necesitan, ni siquiera los sementales.
Vamos a intentar denunciar el caso de Txiro. Quizá no se consiga nada, pero creemos que éste peque merece que lo intentemos. Por todo lo que ha sufrido.
Allá donde estés, Txiro, espero que por fin seas feliz