Ante todo gracias por vuestras palabras chicas.
No sé ni cómo empezar a decir qué es lo que siento. Perdona Mari por no haber tenido fuerzas para volver a llamarte al salir de urgencias.
Mientras escribo estoy escuchando esta canción, que aunque melancólica me hace pensar en todos los recuerdos que conservo de Tambor. Buenos y no tan buenos pero vividos con intensidad.
http://www.youtube.com/watch?v=ubTveCihjoQ&feature=related
Esta mañana he estado con el peque a las 7 de la mañana. Estaba tranquilote, tumbado en los paneles de goma que le habíamos preparado en el salón. Lo teníamos suelto y quizás ese ha sido nuestro error o quizás no, pero no sé por qué... por qué esa carita de saturrón ha esperado a tenerlo en brazos y mirarme para decir adios. Por qué en tan poco tiempo ha pasado de estar tumbado y relajado a estar impotente a la hora de respirar.
Estaba patoso nuestro pequeño algodoncito pero podíamos ponernos manos a la obra en poco tiempo, eso es lo que nos dijo el vete. Que quizás después de castrarlo podría tener otra recaída con sus patitas. Y que habría que ponerlo con tratamiento pero, no era todavía el momento, pues estaba como aquél que dice recién operado. Por qué, por qué, por qué no pudo poner un poco más de fuerza mi pequeñín. Nosotros teníamos fé en ti Tamborcillo, eras fuerte ...muy fuerte. Ponías empeño en conquistar a las personas y a la moza que tan de cabeza te traía. Entrabas con facilidad en los corazones de todas las personas que te conocían. Eras ese pequeño ángel cuyas alas quedaron rotas. Un ángel que ahora sí que podrá agitar sus patitas, podrá saltar y conquistar a todas esas conejillas que te acompañarán en es mundo de color, de verdes pastos y mil jardines.
Descansa mi pequeño. Descansa allí donde estés porque aquí ya nos has dejado el buen sabor de tu compañía. Y aunque ahora solo nos queda el amargor de tu pronta partida, no dejamos de pensar que fuiste... eres... y serás el ángel de nuestros corazones.
Te queremos Tambor.