Para que veáis lo requeteguapísimo que está. Hará como un mes lo llevamos a vacunar y le hicieron una revi, y está perfecto con sus dos kilos; la vete nos decía que qué bonito era, que qué pelaje tan precioso. Poquito a poco le hemos ido dejando más libertad (aunque casi desde que llegó tenía su jaula abierta tooodo el día), y ya nunca lo encerramos, ni de noche. Come como si el mundo se fuera a acabar mañana, y hace sus necesidades que da gusto (a él, claro), nos colma de lametones y se deja acariciar como buen cozcón que es, hasta que él decide que ya basta, por supuesto. Y nunca, nunca, por muy pesada que me haya puesto axuxándolo, ha intentado siquiera darme un mordisquito, ni rozarme. Es tan bueno...
Aquí lo tenéis en su primer día de salida al parque. Al principio ni quería salir del transportín, y cuando lo hizo, sólo hacía que echarme las patitas delanteras porque estaba muertecito de miedo, parecía un perrito. Eso sí, en cuanto se confió un poco, dio unas cuantas carreras por el césped como un loquito. La yaya hasta le ha bordado el chalequito de su arnés con su nombre, si es que no se puede quejar!! Enamoraítos que nos tiene!!
Salud para todos vuestros amorcitos peludos!